lunes, 21 de noviembre de 2016

Gobernantes grostescos = Sociedades decadentes


No sabía cómo empezar para tratar de articular varios pensamientos que tengo anotados. Decidí hacer uso de lo que en mi caso siempre funciona: Mozart! Escucharlo siempre es inspirador!

Veo con gran preocupación y ya no con tanto asombro como varios gobernantes que se sienten atraídos por los flashes, por los reflectores y las portadas de revistas  "light". Vemos como se dejan seducir por ése mundo de aduladores sedientos de primicias, de infidencias, a los que no les importa en lo más mínimo la calidad de lo que se publica sino más bien la rentabilidad.
Cuando veo a éstos líderes posar ante las cámaras  vislumbro ése voraz apetito por agradar y por ser elogiado, aplaudido y vitoreado. Han pasado de ser líderes a ser vasallos. Víctimas de ése nefasto invento de querer servirse del poder para hacer realidad deseos reprimidos.Esclavos del aplauso, de lo políticamente correcto, de ideologías, de lobbies. Realmente creo ahora más que nunca que el gobernante es el vivo reflejo del pueblo que en las urnas votó a su favor.
Esto no es más que un círculo vicioso donde el  gobierno de turno seculariza cada vez más a la población quitando  a Dios de las aulas de clase, de las oficinas e incluso hasta de los hogares para volverlo dóciles e inermes. Negar la existencia de Dios condenando a las generaciones futuras a una vida de orfandad crea y aviva todo tipo de males en la sociedad. De éso nos estamos dando cuenta apenas ahora. El ser humano educado y formado bajo la consigna de que Dios es un invento humano y que la religión es hostil sufre inexorablemente un vacío permanente, su alma insatisfecha por no tener la certeza del amor del Padre Creador, busca llenar ése vacío y mitigar ése dolor con cualquier cosa que la sociedad le venda. Y la sociedad de ahora si que  es muy buena comerciante. Te hace creer que la fama, el reconocimiento, el último grito de la  moda, la apariencia física son las consignas que deben regir tu vida: Ser famosa/o apaludido/a, vestir bien, lucir bien te harán felíz!
Eso es precisamente lo que éstos gobernantes - que se hacen llamar líderes- quieren que tu creas.El poder crea adicción. Pretenden mantener vendado y distraído al pueblo a través de placebos. El afán de desterrar todo atisbo de valores cristianos, todo atisbo de fe, ha hecho que ésta sociedad se haya vuelto decadente y grotesca. Los adolescentes parecen en su mayoría confundidos, siguiendo la moda del momento por más inverosímil que ésta sea. Sedientos de la atención y del amor que no les dan en casa. Los padres de ahora parecen estar muy ocupados en el trabajo, tan ocupados, que parecen no darse cuenta como salen sus hijos vestidos a la calle. Creo que mucho no saben si salen vestidos o no.
Caminando por una calle, iban dos muchachos, adelante hablando y uno decía: "Mi mamá me decía insistentemente antes de salir cuida bien el celular y le contesté obvio mamá". Yo pienso, ¿cómo una madre se preocupa más por la seguridad del celular que por la seguridad y el bienestar de su hijo?,
¿ Tan mal estamos?
Mientras sigamos permitiendo que Dios sea desterrado de nuestra vidas, entregando a nuestros hijos como presas  a los leones hambrientos para ser devorados en ése circo romano bajo la complacencia y la diversión de éstos emperadores modernos, la batalla se dará por perdida! allí será el llanto y el rechinar de dientes.

Ánimo!
Mientras haya  vida sigamos combatiendo!

sábado, 5 de noviembre de 2016


Transmitir la fe: Piedra angular de la iglesia doméstica.


…” Lo más lindo, profundo y bello para la familia está por venir.”
                   Papa Francisco



Muchos de nosotros hemos crecido viendo aquellos programas de televisión y películas de antaño que mostraban familias donde se priorizaban los valores y las buenas costumbres. En donde siempre había espacio para la reflexión y la sana diversión, donde la fe ocupaba el primer lugar en la mesa y  toda la familia se reunía  a dar las gracias a Dios por los alimentos recibidos. 

Pero una cosa es la ficción, donde todo funciona a la perfección y otra el mundo real. En las familias reales siempre hay días de desacuerdos, mal humor, discusiones, cansancio, frustración. Una familia no es fácil de construir, porque no se construye en un solo día o la construye sólo uno de sus integrantes. Es una pluralidad de constructores con genios y personalidades individuales donde el Arquitecto es Dios, quien proyectó y diseñó para la humanidad el modelo de Iglesia doméstica en la Sagrada Familia. 

La oración en familia es una parte vital en la construcción de ésta bajo la luz de la fe. Queda claro que es potestad de padre y madre dar a conocer a Dios a través del Evangelio, pero sobre todo a través del ejemplo, de aquellas acciones concretas que hacen que nuestra fe cobre vida,  que la Palabra de Dios rejuvenezca y sea el faro que guíe la vida de nuestros hijos. Pero, ¿cómo puedo transmitir  a mis hijos la fe? Cómo hago para inculcarles que la oración es el estilo de vida del cristiano? Una apoteósica y heroica tarea tan minimizada en nuestros días por cuenta del auge de la psicología moderna, en la que se debe estimular al niño tempranamente con toda clase de actividades y artilugios que la mayoría de las veces sólo buscan formar precozmente adultos competitivos, donde el éxito se mide por sus logros académicos y profesionales quedando en rezago lo más importante: sus logros existenciales.

Quiero compartir algunos consejos- desde mi experiencia- que me han ayudado a que mis hijos vayan desarrollando y fortaleciendo su fe:

1. De tales padres tales hijos: Los niños observan y están muy atentos a todo a su alrededor e imitan y copian frases, gestos y conductas. Por ende, si quieres sembrar en tus hijos la semilla de la fe a través de la oración, debes empezar por ti. Que tus hijos vean en ti la necesidad de orar y de meditar diariamente. Que todas las situaciones de tu vida- sean buenas o malas- estén impregnadas del perfume de la fe que se manifiesta en la oración constante. En el clamor a Dios. Tus hijos al verte postrado de rodillas ante el Señor querrán imitarte y poco a poco construirán por medio de tu ejemplo una relación filial con Dios. Enséñales a rezar el Padrenuestro y el Ave María. Lo aprenderán con el tiempo, pero sobre todo con el ejemplo de oración constante y llena de ferviente y ardiente amor hacia Dios.

2. El hogar como Templo de Dios: El hogar es la Iglesia Doméstica porque es el primer lugar donde aprendemos a amar a Dios sobre todas las cosas. Aprendemos que Jesús murió en una Cruz por nuestros pecados y que a los pies de esa Cruz estuvo María, Su Madre, Ella la primera herencia tangible de Jesús: Su maternidad espiritual sobre la humanidad entera. Por ende, es importante construir un altar en honor a nuestra Madre, o tener una imagen de ella en un lugar visible para todos. Tener un crucifijo también es fundamental porque evoca el sufrimiento de Jesús, nos recuerda cuán pequeños somos ante la magnitud de su sacrificio de amor. También sería recomendable tener la imagen de algún Santo de su devoción o del Papa. Es importante explicarles quién es el Vicario de Cristo y además contarles sobre la vida de aquellos que se unieron aquí en la tierra a la causa de Jesucristo abrazando su cruz, llevando una vida de santidad.

3. La Iglesia es la Casa de Dios: Llevar por primera vez  los niños a misa no es tarea fácil. Al principio siempre hay un poco de resistencia pero como dice un refrán muy popular: La constancia vence lo que la dicha no alcanza. Llévalos de todas formas para que se vayan familiarizando con la Eucaristía. Si tus niños son inquietos – sobre todo los más pequeños- trata de sentarte en la esquina de la banca para que te sea más cómodo salir si el niño llora. Antes de ir a misa recuerda hacer la Lectura del Evangelio del día y meditarla. Esto me ayuda mucho cuando mis hijos se ponen inquietos y me toca salir un momento para calmarlos porque ya sé de qué trata la lectura del día. No te sientas mal si las personas te lanzan miradas acusadoras o te hacen cometarios sobre el comportamiento de tus hijos en misa, eso pasará, lo que no pasará sin dar fruto es la semilla de la fe que has sembrado en el corazón de tus hijos. Estás haciendo parte de la revolución del amor como San Juan Pablo II lo expresaba. Ánimo!

4. La alegría de ser hijos de Dios: Nunca dejes de sonreír! Puede sonar a cliché pero es una frase que cobra verdadero sentido  cuando vivimos ardientemente nuestra fe. Somos felices por la certeza de sabernos amados por El Padre, redimidos por Su Hijo y cuidados por Nuestra Santísima Madre. La vida no es fácil. Siempre hay días buenos y otros regulares. Pero, son llevaderos siempre y cuando mantengamos la esperanza y la confianza cimentada en Cristo. Esta es la mejor forma de atraer a los hijos a la fe: El ejemplo de la alegría que no la opaca el mundo porque no es de este mundo.

5. La paternidad es amor basado en la Cruz: Ser padres es una tarea agridulce sin duda. Tiene su cuota de cansancio, frustración e incomprensión. No es un cuento de hadas. Pero acuérdate que estás sembrando para el cielo y en definitiva para una sociedad más justa y equitativa. La cátedra de la Cruz es el mejor ejemplo de lo que significa el verdadero amor. Es donación total y es sacrificio. Es agotador pero infinitamente satisfactorio. La corrección y el amor van de la mano. Amor sin corrección no es amor. Y corrección sin amor tampoco lo es. Corrige a tus hijos con amor, hazles saber el porqué de sus errores y que nunca se acuesten sin pedir perdón y sin perdonarse. Recuérdales lo que dice el Padre Nuestro: “Perdónanos como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.

Quiero terminar con  una hermosa frase de nuestro querido Papa Francisco que debemos recordar siempre:

“Esta es la gran misión de la familia: Hacer lugar a Jesús, recibirlo en la familia.
En la persona de los hijos, del marido, de la esposa y de los abuelos… Porque Jesús está allí”

Un abrazo en Jesús y María.


CUANDO LOS PROGRAMAS INFANTILES YA NO SON APTOS PARA NIÑOS


<< Ayudad a los hijos a salir al encuentro de Jesús, para conocerlo mejor y para seguirlo, entre las tentaciones a las que están continuamente expuestos sobre el camino que lleva a la auténtica felicidad.>> San Juan Pablo II

Realmente es todo un desafío llevar a nuestros hijos al conocimiento de Jesús por el camino de la fe y los valores cristianos. Sobre todo hoy, donde estamos expuestos constantemente al bombardeo incesante de imágenes, publicidad, información y música de contenido decadente y vulgar que alienan y degradan la mente humana. Pero, lo más alarmante es que un gran espectro de esos contenidos van dirigidos a un tipo de público en particular: nuestros hijos. Si. Mientras tu sales a trabajar o haces tus quehaceres diarios en casa tus hijos pueden estar siendo adoctrinados desde tu propio hogar, bajo tu mismo techo. La televisión se ha convertido en la carnada favorita para introducir de manera solapada la dictadura del relativismo, de la superficialidad y de ideologías que atentan contra la dignidad del ser humano y cuyo fin último es mutilar el concepto de virtud que emana de Dios. Un plan macabro que vemos cosecha sus primeros frutos: Una Cultura hedonista de lo efímero y lo desechable que se disfraza bajo el discurso de la “tolerancia” y de lo “políticamente correcto”. La cultura de la muerte. Para la sociedad consumista y decadente que padecemos hoy lo importante es mantener a las masas entretenidas y si se les inicia a más corta edad más efectiva y más productiva les resulta a largo y corto plazo para sus bolsillos. Por eso, es hoy  tan importante mirar y supervisar los contenidos de los programas de televisión de nuestros hijos, sobre todo aquellos que tienen la etiqueta de “programación infantil”.

Quiero compartirles queridos padres  desde mi experiencia de madre relativamente joven con 2 hijos pequeños. Al prender ésa cajita del terror – comúnmente llamada televisión- y mirar con mis hijos  los canales infantiles como Discovery Kids, Disney, entre otros, comienza el despliegue de series animadas – en su gran mayoría- en los que el denominador común  son tramas donde se exalta la superficialidad, el ocultismo (Magia, hechicería, simbología pagana), homosexualismo e ideología de género. Sé que algunos pensarán que exagero, pero desafortunadamente ésta es la realidad. Por eso si tienen dudas al respecto miren detenidamente toda la programación infantil que sus hijos consumen. Los reto a que se sienten con ellos una semana a ver sus programas de televisión. ¿Qué pensarían si en uno de ésos programas, un día presentan a un niño con evidente apariencia masculina pero con nombre y vestimenta femenina? En realidad pasó en uno de los programas que mis hijos ven. Será que el mensaje es: No importa si eres niño o niña puedes escoger serlo o no y vestirte acorde a tu elección. Eso es claramente ideología de género.

Por otro lado, estos programas que se basan en prácticas de hechicería, magia, y amuletos y que presentan como algo inofensivo y divertido realmente distorsionan la pavorosa realidad del peligro frente a dichas prácticas. La Iglesia católica ha advertido de manera reiterada y vehemente a través de exorcistas reconocidos como los sacerdotes  Amorth y Fortea, el daño para la salud espiritual que producen a las personas que deciden experimentar con el ocultismo. Ya vamos viendo como estas nuevas generaciones son cada vez más proclives a realizar este tipo de prácticas. Es tal el nivel de permisividad respecto a éstas prácticas que es sólo ir a una institución educativa en EEUU y entrar a una de sus tiendas y podrás encontrar al lado de los juegos de mesa tablas ouija como otro juego más. Es tanta la degradación en la mentalidad humana producida por los medios de comunicación que lo nocivo se ha convertido en algo normal y hasta benigno. Y ni hablar de la música  que está plagada de contenido pornográfico en sus letras y videos, que sólo incitan a desatar apetencias sexuales  desde edades muy tempranas, promoviendo la genitalidad y reduciendo a simple objeto de placer al ser humano.

Sé de antemano que no es fácil la educación y crianza de los hijos. No se trata de ser padres opresores. Se trata de ejercer nuestro rol, de proteger la dignidad y la virtud de nuestros hijos de los embates de una sociedad secularizada que sólo desea hacernos esclavos a punta de “pan y circo”. 

Expresaba San Juan Pablo II en su Encíclica “Esplendor de la Verdad” sobre la importancia de educar en la verdad:

<<Solamente la libertad que se somete a la verdad conduce a la persona humana a su verdadero bien. El bien de la persona consiste en estar en la verdad y en realizar la verdad>>

Como padres necesitamos la constancia, la perseverancia y sobre todo la fe para poder recorrer este camino lleno de espinas, pero cuyo recorrido será decisivo para ayudar a la santificación de nuestros hijos. Como bien decía la Madre Teresa de Calcuta: 

<<Para promover la paz mundial, vete a casa y ama a tu familia.>>

Un abrazo en Jesús y Marí
a

Una Oda a la Paternidad a través del prisma de la fe


Exhortación Amoris Laetitia, Capítulo VII: Una oda a la 

Paternidad  a través del prisma de la fe.






Cada palabra hablada y escrita del Santo Padre es un "esfuerzo de amor"  y una "constante invitación" a todos para tomar consciencia de nuestro correcto desempeño como miembros de una familia y de nuestras obligaciones impostergables como padres para el bien de la humanidad.

Mucho se ha hablado y comentado sobre la Exhortación Amoris Laetitia del Papa Francisco. Los temas se han centrado sobre todo en el Capítulo VIII que trata sobre la situación de los divorciados vueltos a casar. Encontramos variedad de artículos a favor y en contra del capítulo antes mencionado. Creo, personalmente que la Exhortación Amoris Laetitia debería ser leída en su totalidad y darle la relevancia que merece a todos los puntos allí tratados. Todos los temas tienen un punto en común: La familia. Y no hay en la familia miembros más importantes que otros. Todos son importantes! Toda la exhortación es rica, valiosa e importante para las familias del mundo!

El Papa Francisco nos ha deleitado en sus dos Exhortaciones a través de un lenguaje sencillo y sumamente prolífico sobre la alegría de ser cristiano. Aquí podemos con sus palabras sentirlo cercano, cálido y sobretodo como pastor de la misericordia.

Quiero detenerme en el Capítulo VII, que trata sobre la forma de fortalecer la educación de los hijos. Tema que como madre me atañe y es de suma importancia sobre todo hoy en día donde el consumismo, las ideologías, lo efímero y desechable intentan colonizar las mentes de nuestros hijos.

El Capítulo VII de la Exhortación Amoris Laetitia inicia con una invitación a la familia a no darse por vencido. Nos cuestiona sobre la importancia de estar presente en todos los aspectos de la vida de nuestros hijos, de formar parte de su cotidianeidad y de no bajar la guardia pero tampoco de llegar a asfixiarlos con una excesiva vigilancia. Es una invitación a un acompañamiento sano y afectuoso, como un detenerse y mirarse a los ojos para aprender a escudriñar sin mediar palabra lo que ellos revelan. Porque el tiempo pasa rápido y cada instante vivido a través del prisma de la Sagrada Familia es un tesoro inescrutable. 

A veces, la educación de los hijos se vuelve una tarea titánica ya sea por los compromisos laborales de los dos cónyuges o por la cada vez más creciente familia monoparental, que es aquella  en la que por diferentes razones se le ha dejado a uno de los padres toda la responsabilidad de la crianza y educación de los hijos. Tal vez no sea fácil, tal vez haya momentos en que se desee  tirar la toalla, máxime en una sociedad como la de hoy tan hostil con la familia, pero, nunca hay que perder de vista que hemos sido llamados para una vocación: El matrimonio y la familia. Jamás debemos olvidar que nuestra vocación es nuestra prioridad número uno. No fuiste llamado a ser el más exitoso profesional o empleado. No. Fuiste llamado a ser padre y a ser madre. Esposo y esposa. Tu vocación querido padre o madre está plasmada en tu alma como el código genético en tu ADN. Después de ser hijos de Dios lo que le da sentido y sabor a tu existencia es tu vocación. Por éso es tan importante ejercer la paternidad sobre los hijos a través de la formación en la ética y los valores. Es  tomar las riendas de su formación moral. Aquella frase que tantas veces escuchamos hasta la saciedad "los niños son el futuro del mundo" es una frase que debería plasmarse en el corazón de todos. Sobre todo de los que somos padres. Porque los hijos son un don inestimable y   al criar y educar a nuestros hijos bajo la luz de los valores cristianos estaremos sembrando esperanza para el mundo. Dignificamos a la sociedad entera.

El papa Francisco con el lenguaje propio de un pastor que quiere y se preocupa por su rebaño, nos exhorta a no delegar nuestra tarea formativa. A ir paso a paso, sin apuros pero con firmeza. A crecer con el ejemplo que damos en casa. Nos enseña que no deben faltar en el hogar estas tres palabras: gracias, permiso y por favor. Que la mejor educación es la del fuero interno a través de la virtud. Como dice en sus palabras: 
<<La vida virtuosa, por lo tanto, construye la libertad, la fortalece y la educa, evitando que la persona se vuelva esclava de inclinaciones compulsivas deshumanizantes y antisociales. Porque la misma dignidad humana exige que cada uno «actúe según una elección consciente y libre, es decir, movido e inducido personalmente desde dentro»>>.

El Obispo de Roma nos enseña sobre la importancia de crear hábitos saludables en nuestros hijos. El hábito de saber escuchar, esperar, compartir, ayudar, porque la familia es el lugar donde por primera vez aprendemos a socializar. También muestra su preocupación por el auge de la tecnología y como su mal uso puede alejar y dividir a los miembros de la familia e incluso alienar la mente de nuestros hijos cuando no hay un control sobre su contenido.

Por otra parte, también toca un tema de vital importancia en nuestros dias: La educación sexual. El santo padre nos invita a no dejar toda la responsabilidad de la educación sexual de nuestros hijos a terceros. La sexualidad debe estar iluminada a través de la fe cristiana que promulga el amor y la donación mutua. En palabras del sumo pontífice: 
<<Una educación sexual que cuide un sano pudor tiene un valor inmenso, aunque hoy algunos consideren que es una cuestión de otras épocas. Es una defensa natural de la persona que resguarda su interioridad y evita ser convertida en un puro objeto. Sin el pudor, podemos reducir el afecto y la sexualidad a obsesiones que nos concentran sólo en la genitalidad, en morbosidades que desfiguran nuestra capacidad de amar y en diversas formas de violencia sexual que nos llevan a ser tratados de modo inhumano o a dañar a otros.>>

Así mismo, en la exhortación se habla de como el mundo banaliza y por ende envilece la sexualidad del ser humano con aquellas campañas o slogans que promueven a "cuidarse"  procurando un "sexo seguro" como si el fin procreativo de la sexualidad -un embarazo- fuera algo nefasto y negativo que hay que evitar a toda costa. También critica la forma en la que se invita a los adolescentes a experimentar con sus cuerpos, a darle rienda suelta a sus deseos narcisistas, en la búsqueda del placer por el placer, en último término del uso y del abuso indiscriminado del cuerpo. Francisco sabiamente nos recuerda que:
<<Es importante más bien enseñarles un camino en torno a las diversas expresiones del amor, al cuidado mutuo, a la ternura respetuosa, a la comunicación rica de sentido. Porque todo eso prepara para un don de sí íntegro y generoso que se expresará, luego de un compromiso público, en la entrega de los cuerpos. La unión sexual en el matrimonio aparecerá así como signo de un compromiso totalizante, enriquecido por todo el camino previo.>>

Por último y no menos importante el santo padre invita cálidamente, casi al oido, a cada uno de los padres y madres a transmitir la fe con el ejemplo. En ése lenguaje sencillo  al que nos tiene acostumbrados, propio del pastor de la misericordia, nos alienta a perseverar en la oración, en el diálogo incesante con Dios y en el servicio al prójimo. Hace alusión a la gran importancia del bautismo con una tremenda frase de San Agustín, las madres que llevan a sus hijos «cooperan con el parto santo». 

Padres y madres:
Somos instrumentos que Dios utiliza para transmitir la buena nueva de Su fidelidad de generación en generación. Este capítulo es toda una inyección de ánimo y de coraje a todos los padres y madres en la difícil pero gratificante tarea de educar a sus hijos en la fe. Y aprovecho para unirme a este pequeño pero tierno homenaje del Papa Francisco condensado en estas palabras con las que que finaliza el Capítulo 7, así:
<<Quiero expresar especialmente mi gratitud a todas las madres que oran incesantemente, como lo hacía Santa Mónica, por los hijos que se han alejado de Cristo>>.

Animo papás y mamás!

Abrazo fraterno en Jesús y María!

Pequeño desagravio a una vocación: La Maternidad


Pequeño desagravio a una vocación: La Maternidad.



“La maternidad conlleva una comunión especial con el misterio de la vida que madura en el seno de la mujer. La madre admira este misterio y con intuición singular «comprende» lo que lleva en su interior. A la luz del «principio» la madre acepta y ama al hijo que lleva en su seno como una persona. Este modo único de contacto con el nuevo hombre que se está formando crea a su vez una actitud hacia el hombre —no sólo hacia el propio hijo, sino hacia el hombre en general—, que caracteriza profundamente toda la personalidad de la mujer.”
Carta Apostólica “ Mulieris Dignitatem”, San Juan Pablo II.

Ser madre es un don preciosísimo de Dios. Nos hace partícipes de Su acción creadora, ya que en nuestros vientres se gesta la vida así como Dios creó a su creatura a imagen y semejanza de Él.

Convertirse en mamá es una vocación cada día más subestimada. La sociedad de hoy se hunde frenéticamente en un espiral  de éxito social, basado en quién tiene más popularidad, altos cargos y salarios prominentes. Pareciese que la opción de formar una familia y dedicarse de lleno a la crianza de los hijos, renunciando a la vida laboral es hoy en día una flagrante muestra de conformismo y mediocridad, es un fracaso social. ¿Cómo es posible esto si el núcleo fundamental de la sociedad es precisamente la familia? La mundanidad, las ideologías, los modus vivendi basados en conceptos hedonistas donde el yo se impone por encima del nosotros han calado profundamente en el colectivo social, al punto de cambiar la ley natural por la ley de las apetencias, llegando a lapidar, social y laboralmente a aquéllas mujeres que se comprometen con su vocación de ser madres, dejando a un lado un futuro laboral y profesional prometedor -según los parámetros del mundo- para erigir y cimentar sus pequeñas Iglesias Domésticas.

Un vivo y claro ejemplo de cómo ha permeado ésta nefasta ideología del “primero yo”, “segundo yo” y “tercero yo” es -por un lado-  la ausencia de leyes y políticas públicas para proteger e incentivar la maternidad en nuestros países. Si bien, la OIT (Organización Internacional del Trabajo), introdujo normas universales en la materia, éstas a todas luces resultan insuficientes. La Licencia de Maternidad fue establecida en un  mínimo de 12 semanas y vale decir que la mayoría de los Estados miembros se amparan en ése mínimo establecido desconociendo la relevancia de la familia como célula fundamental de nuestra sociedad.. Es decir, se debe dejar al cuidado de un tercero a un bebé de tres meses, porque el Estado no comprende ni dimensiona el concepto y el alcance de la maternidad. Toda madre sabe que es prematuro y hostil tener que separarse de su bebé en tan corto tiempo. Es tan sólo cuestión de instinto. Y ni hablar- por otro lado-  de las medidas para la protección de las madres cabeza de hogar. Medidas que son exiguas o nulas o no logran implementarse debidamente. Al parecer, la sociedad tiende cada día más a privilegiar, incentivar y aplaudir a todos aquellos que deseen renunciar a lo que  natural y antropológicamente es valioso y necesario para la preservación de la especie humana: La familia. Tal vez, por esto hoy más que ayer nos encontramos inmersos en conflictos bélicos cimentados en creencias e ideologías fundamentalistas que sólo traen desolación, muerte y que nos sume en una hecatombe sin precedentes.

Para ti que lees estas palabras y que eres madre o que esperas serlo en un futuro, recuerda: Nada ni nadie puede sustituir la grandeza de tu vocación. El dinero podrá costear niñeras, juguetes lujosos, educación de élite,  vacaciones ostentosas, pero jamás el amor, la ternura  y el ejemplo de una madre  que no teme donar su vida a un hijo. Aquélla madre que con esfuerzo y dedicación, con lágrimas pero también con sonrisas planta la semilla de la fe en los corazones de sus pequeños, para que ésa semilla se convierta en una árbol frondoso que fertilice a nuestra sociedad.

Quiero dar infinitas gracias a todas las madres solteras o casadas, biológicas o adoptivas, que con su admirable capacidad de adaptación, en muchos casos silenciosa, son un ejemplo vivo del amor misericordioso de Dios. Una vocación que se engrandece aún más al haber hecho suyo el don de la Fe, la cual han sabido ejercer y encender su llama con valentía, una vocación que por sobre todo las dignifica, y que sólo pudo haber sido heredada desde la Paternidad de  Dios, que no escatimó en donarnos su inconmensurable amor al punto de entregar a Su Hijo Unigénito para salvarnos. 

Un abrazo en Cristo Jesús y Su Madre María Santísima,
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LA MIRADA MISERICORDIOSA DE DIOS

LA MIRADA MISERICORDIOSA DE DIOS 
(Miserando Atque Eligendo)







“La mentalidad contemporánea, quizás en mayor medida que la del hombre del pasado, parece oponerse al Dios de la misericordia y tiende además a orillar de la vida y arrancar del corazón humano la idea misma de la misericordia. La palabra y el concepto de « misericordia » parecen producir una cierta desazón en el hombre, quien, gracias a los adelantos tan enormes de la ciencia y de la técnica, como nunca fueron conocidos antes en la historia, se ha hecho dueño y ha dominado la tierra mucho más que en el pasado.” (Carta Encíclica Dives in Misericordia, San Juan Pablo II).

El Papa Francisco anunció un Jubileo Extraordinario de la Misericordia como tiempo propicio para la Iglesia, para que haga más fuerte y eficaz el testimonio de los creyentes. El año de la Misericordia inició el 8 de diciembre de 2015, Solemnidad de la Inmaculada Concepción y concluye en la solemnidad litúrgica de Jesucristo Rey del Universo, el 20 de noviembre del presente año.

Estamos ad portas de culminar éste año de gracia dónde la Iglesia Católica a través del Sumo Pontífice ha demostrado a través de sus actos y palabras la coherencia que sólo un verdadero discípulo de Cristo puede prodigar. Un ejemplo de que la Iglesia Católica está más viva que nunca, y esto no es más que fruto de la Misericordia Divina. Hoy en día, como consecuencia de haber desterrado a Dios de las aulas de clase, de las oficinas, de los hogares, por el afán de coronarnos dioses de nosotros mismos, vivimos en una sociedad hedonista corroída por la corrupción y el pecado, es entonces imperativo hablar de Misericordia. Esta sociedad no entiende el concepto de Misericordia por ende, no la lleva a la práctica. Urge, entonces, hacernos la siguiente pregunta: ¿Veo a Dios como un Señor al que debo servir o como a un Padre que me ama? La Misericordia es el antónimo del temor o miedo servil. Porque la relación entre Dios y el hombre, entre Jesús y su Iglesia no está fundada en el temor está cimentada en la misericordia. Cuando se pregona o se afirma que la relación entre Dios y el hombre se basa en un temor, entendido como miedo servil es totalmente errónea. Si fuera cierto, el catolicismo se hubiera extinguido hace siglos. Si bien, el infierno es un lugar que atemoriza, la existencia de éste por sí mismo no es causa de conversiones en el ser humano. La Misericordia de Dios si. La conversión de María Magdalena, de San Pablo, Zaqueo, la samaritana, son sólo unos cuantos ejemplos que encontramos en las Sagradas Escrituras. Hasta nuestros días el Señor sigue mirando con misericordia al hombre porque como escribió, San Beda el venerable sobre la escena del Evangelio de Mateo: "Jesús miró a Mateo con amor misericordioso y lo eligió: miserando atque eligendo".

El ser humano tiene un anhelo de misericordia desde su creación. Jesús, Hijo de Dios, es fruto de la Misericordia Divina. Y Él como hijo de la Misericordia pasó su vida testificando la misericordia del Padre, que Es la misericordia misma. En la sociedad en que vivimos, la palabra misericordia parece diluirse en una idea preconcebida de buenismo superficial e intrascendente, una especie de adorno, de moda que no mueve sino que ensimisma. La Misericordia Divina toca  y trastoca, no condena, no juzga, no se agota en un solo acto, es progresiva, es dinámica porque te empuja a salir de tu zona de confort para brotar al encuentro del otro. Ensancha el corazón porque ya no sólo eres siervo sino amado de Dios. Y entras de la orfandad al amor filial del Padre. En eso consiste la misericordia de Dios. No es una moda o una palabra bonita es la rúbrica de Dios en el corazón del cristiano.

La justicia y la misericordia no son dos conceptos opuestos, al contrario, Dios es tan infinitamente justo como infinitamente misericordioso. Como muy bien expresa el Romano Pontifice en la Bula de Convocación del Jubileo Extraordinario de la Misericordia " No será inútil en este contexto recordar la relación existente entre  justicia  y  misericordia. No son dos momentos contrastantes entre sí, sino dos dimensiones de una única realidad que se desarrolla progresivamente hasta alcanzar su ápice en la plenitud del amor."

(...) "Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores » (Mt  9,13). Ante la visión de una justicia como mera observancia de la ley que juzga, dividiendo las personas en justos y pecadores, Jesús se inclina a mostrar el gran don de la misericordia que busca a los pecadores para ofrecerles el perdón y la salvación. Se comprende por qué, en presencia de una perspectiva tan liberadora y fuente de renovación, Jesús haya sido rechazado por los fariseos y por los doctores de la ley. Estos, para ser fieles a la ley, ponían solo pesos sobre las espaldas de las personas, pero así frustraban la misericordia del Padre. El reclamo a observar la ley no puede obstaculizar la atención a las necesidades que tocan la dignidad de las persona."

La misericordia se pone en movimiento a traves del acto de contricion del hombre. De la decisión de una voluntad libre: El arrepentimiento. Entre más arrepentimiento demuestre el ser humano más misericordia divina obtiene y entre más misericordia se obtiene más importante es para nosotros agradar a Dios. 

Cuán importante es la misericordia que nos hace ver y sentir a un Dios cercano, nos muestra su ternura restaurando la dignidad de sabernos amados y perdonados por Él.
Sin misericordia no podemos dar testimonio de nuestra fe. Porque es una fe vacía y estéril, frágil e indefensa sujeta a los vaivenes del tiempo, de las ideologías perecederas y de las emociones fútiles, está condenada a extinguirse.

Hermanos en la fe, seamos instrumentos, portadores de la misericordia Divina, a Dios no le interesa lo que hayas hecho en tu pasado si acudes a su brazos pidiendo perdón. Jesús te dice como a Lázaro: Levántate y anda!
« Acuérdate, Señor, de tu misericordia y de tu amor; que son eternos » (Sal 25,6).

Un abrazo fraterno en Jesús y María,